martes, 10 de mayo de 2016

SEDUCCIÓN

Una de las más famosas citas de Don Draper-tomada de Internet-

Hace poco descubrí en Netflix una interesante serie que-para mí- está basada en la seducción que ejerce uno de sus protagonistas: Don Draper. La serie se llama “MAD MEN” y no es nueva, -lo fue para mí-.


La verdad es que es muy fácil  dejarse encantar por su protagonista. Tiene todos los atributos del seductor. No únicamente es buen mozo- que lo es a rabiar- sino que presenta enérgicas particularidades que acentúan su atractivo: ofrece el encanto de una estupenda propuesta de aventura y romance, bajo una apariencia tentadora y misteriosa. Es un enigma atractivo, un objeto de deseo que produce de inmediato una rendición absoluta en todas las mujeres de su alrededor. Las atrapa como moscas. Como todo hombre fascinante, aprendió a moderar su avidez sexual y si sus intenciones son percibidas o sospechadas consigue que no se noten demasiado. Son ellas las que se le tiran encima. De cabeza. Nunca había visto tantas mujeres que abrieran tan rápidamente las piernas. Don lo consigue sin ningún esfuerzo. Como todo conquistador que se precie, tiene una visión bélica del amor. No exhibe fácilmente sus sentimientos, y, la mayor parte de las veces, parece que ni siquiera los tiene. Y por eso, las mujeres se esfuerzan para conquistarlo afectivamente. Pero él no se deja. Penetra en sus mentes tanto como en sus cuerpos, y domina absolutamente toda resistencia. Conoce sus puntos vulnerables y los derriba. Primero estudia a la víctima y llega a ella sin rigidez, con total flexibilidad, y la doblega a su antojo. Su arte es persuasivo, insinuante y fascinante. Le bastan apenas unas miradas “consiguecosas” para que se produzca lo que desea. Y no demora demasiado en obtenerlo. Y después si se queda o no, es cuestión de tiempo. No es bueno demostrarle amor; lo aburre rápidamente. Es un Don Juan y como tal le gusta perseguir, cuando obtiene la presa, ya está. Va a buscar otra novedad. Porque el gusto está en la variedad y no en la permanencia de lo mismo para el resto de la vida.
Don y su eterno cigarro  (Imagen tomada de Internet) 

 Don tiene una fría inteligencia privilegiada que aporta más atractivo a su compleja personalidad. Es esa inteligencia la que le ha permitido saltar de su oscuro pasado a la cima del éxito. Es, por supuesto, un exuberante cínico. Pero, ese cinismo en lugar de causar repulsión, resulta ser un componente más de  su  hechizo. Llega a ser cruel al ejercer el mando, y la mujer de turno le obedece ciegamente para complacerle: la deja encerrada en el cuarto de un hotel, y cuando regresa la hace desvestir totalmente. ¿Y la mujer? Lejos  de ofenderse, lo obedece completamente dominada. Es un cínico irresistible.
Además del personaje fascinante, la serie tiene un argumento convincente, una música perfectamente elegida y adecuada, una recreación escenográfica perfecta, una vestimenta notoriamente impuesta por la moda de época- aunque a mí me pareció más de los 50 que de los 60 del siglo pasado-. Es decir, reconocí  las faldas acampanadas y con volumen como las que usaba mi madre; y no las que usé yo en mi adolescencia. Lo mismo me pasó con los vestidos.  Me parecieron más del 50 que del 60. Los hombres de mi juventud  ya no usaban sombreros. De todas maneras, reconozco que a Don le quedan estupendos.
Don Draper con su cautivante sombrerito con  pluma ( Imagen tomada de Internet) 

Leí elogiosos comentarios sobre la serie. Al parecer encantó a muchas personas. El final con  el fantasma de Bert Cooper cantando y bailando “The best things in life are free”, me encantó. Tanto como Don. Aunque no es el hombre ideal para casarse. De ninguna manera. ¿Pero quién quiere un seductor para casarse? Sería una lástima enorme convertirlo en un amo de casa. Tampoco se dejaría. Es mejor como es: cínico, seductor, irresistible. El amor de todas y de ninguna.






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