Leonardo Padura firmando ejemplares. Un detalle: es zurdo. ¿Será zurdo Mario Conde? |
Antes de la escapadita a Buenos Aires me habían llegado las
convocatorias de la Sociedad de Profesores y
de la Biblioteca Nacional para el encuentro del viernes 4 a las 19 horas, con Leonardo Padura. Lo presentaría Mario
Delgado Aparaín y lo entrevistaría Jaime Clara.
En las redes sociales circuló también la noticia por lo cual
supuse que habría mucho público interesado en escuchar al “Cuban Boy”, que tal
como su literatura imaginaba bastante irreverente.
Lamentablemente la horrorosa desorganización propició una
especie de desagradable hecatombe. Se
anunció que el encuentro sería en la Sala Julio Castro, que es pequeña, por lo
cual, al poco rato rebozó de público sin asiento que se desesperaba por acomodarse.
A los pocos minutos se anunció que iríamos abajo a un lugar con disponibilidad
para albergar a 400 personas, y cundió el caos. Yo, que había llegado a las
18.30 para conseguir lugar, quedé en las últimas filas porque de inmediato se
llenó caóticamente con todo el público que acudió masivamente y empujó,
pisoteó, y codeó hasta conseguir los mejores puestos posibles. Así, fue la
cosa. Ni más ni menos.
Mario Delgado Aparaín empezó la presentación sin micrófono-
la mudanza fue intempestiva- y, por supuesto, los de las últimas filas no
oíamos un pomo. Se generó una incomodidad general que no se calmaba con nada
porque era como estar en una presentación muda. No quiero decir con esto que lo
que dijera Mario Delgado Aparaín fuera algo que los oyentes no supiéramos sobre
Leonardo Padura, su posicionamiento con respecto a Cuba, su personaje señero
Mario Conde y tal y cual. Más o menos, sus lectores tenemos alguna idea sobre
el particular, pero de todas maneras,
nos hubiera gustado mucho poder saber qué decía al respecto.
Al rato, no sé cuánto tiempo después, apareció el micrófono
y la gente, a medida que empezó a escuchar se fue calmando. No se notó en
ningún momento que Padura estuviera preocupado porque manifestó en varias
oportunidades que había sido muy bien recibido y que tanto público lo había
sorprendido gratamente.
Después de todos estos avatares, cuando terminó la
exposición-honestamente, la de Mario
Delgado Aparaín podría haber sido más breve, ya que el interés estaba
concentrado en oír a Padura, pero ya se sabe que cuando otro escritor toma la
palabra deja con menos tiempo al invitado, cuyas opiniones son las que
realmente interesan-.
El cubano desbordó buen humor y con solvencia puso fin a las
discordias.
Al final, Clara dijo que “firmaría ejemplares en el hall”.
No especificó qué “hall” y un montón de
berenjenas- entre las que me conté- fuimos a hacer cola al hall de la entrada.
Después de un rato de espera, unas
personas nos dijeron que le habían armado el boliche con una mesita y el cartel
de la editorial Planeta, abajo- al lado
de la sala- Otra vez, vuelta a las catacumbas. Nueva maratónica cola para
obtener la firma. Reitero lo del principio. Una horrorosa desorganización.
Padura merecía algo mejor. Y nosotros, sus lectores, también.
Bueno, evidentemente entre los escritores y editoriales no cunde la buena organización.
ResponderEliminarUna pena, los lectores se merecen lo mejor.
Una pena, y van.....