Amos Oz |
Cuque Sclavo |
Hace poco escribí el texto: “De olores y sabores” que a juzgar por los comentarios
que me hicieron por mail, por facebook y en el mismo blog, levantó una cantidad
de muy diversas opiniones.
Hoy voy a seguir con el
tema, pero ya no exclusivamente sobre el olor o el sabor de la piel sino sobre los gustos en general.
Cuando era joven ocultaba
pudorosamente mi gusto por la murga, o
por el candombe. Mi razonamiento iba por los cauces que me exigía la sociedad. ¿Cómo
una Licenciada en Letras, con varias maestrías, podía “confesar” gustos tan
“burdos”, tan “populares”? ¿Qué iban a pensar los padres de mis alumnos y
mis propios alumnos si un día me veían
zangoloteándome entre el público de Las Llamadas o en un tablado cantando
fervorosamente las letras de La Catalina? Me habría sentido como si me hubieran encontrado con un
amante-de chocolate- desnuda en la cama. Lo oculté rabiosamente. (Me refiero a
mi gusto por las manifestaciones populares -ustedes me entienden-). Pero un
buen día me jubilé y me sacudí el yugo. Hubo “otra barrera” que no me costó ningún trabajo
saltar ya que mi propio marido me decía “África ruge”. Pues bien. “África ruge”
empezó a ir al Sporting y al Teatro de Verano Ramón Collazo a ver espectáculos de carnaval. Me acompañó siempre,
y –además- le había empezado a gustar a
él también.
La frutilla de la torta- ya
conté mi experiencia en “Abonada primeriza”- fue este año cuando por primera
vez fui al Teatro de Verano Ramón
Collazo durante las tres ruedas a ver TODOS los espectáculos de carnaval, TODAS
las noches. Me despaché a gusto. En el lambriz de mi escritorio, debajo de mis títulos, pegué
los adhesivos de los espectáculos que más me gustaron. Me despojé de todo el
antiguo pudor.
Pero lo popular no es lo
único que me atrae. También me saqué un abono
del SODRE. Elegí cuidadosamente los espectáculos para concurrir al lugar
que seleccioné con anticipación. El SODRE,
alimenta parte de mis “gustos cultos”-que también los tengo.
¿Son mis únicas vertientes?
No. Me gustan Caetano Veloso, o Gal
Costa, tanto como Vicentico, o Rod Stewart o Willie Nelson, o María Marta Serra Lima, o
Carlos Vives, o Yamandú Cardozo o Agarrate Catalina o Cayó la
Cabra, o una buena cuerda de tambores o Mozart, Vivaldi, Chopin, Mahler, Brahms.
Ni que hablar de mi lado
más romanticón: Los Panchos, José
Alfredo Jiménez- suegro de mi amiga mexicana Angélica Jiménez- Miguel Aceves Mejía, Jorge Negrete, Pedro Infante. Los mexicanos por herencia
materna. Y hay mucho más. Basta escuchar
un rato la música que tengo en un par de
pen
drives para comprobar la extraordinaria variedad que va desde lo más
terraja o plancha hasta la más sublime música de meditación.
¿Gustos gastronómicos?
También variados. Me encanta tanto una parrillada completa - con molleja, tripa gorda
y chinchulines también-, como una buena pasta con un estupendo tuco casero más
el acompañamiento de un buen vino. Y, por supuesto, las comidas regionales de
los territorios que visito, porque el
aprecio de cada lugar debe incluir necesariamente sus comidas y bebidas
típicas.
En gustos literarios lo
mismo. Leo con tanto gusto a Rosa
Montero, como a Paul Auster, a Gay Talese, a Sandor Màrai a Irene
Nemirovsky a Amos Oz, a mi adorado Julio Cortázar; y llevo en lo más profundo de mi corazón
a Cuque Sclavo- uno de mis más queridos
costumbristas- y a Julio César Puppo,
“El Hachero”, nuestro “Mariano José de Larra” según el propio Cuque.
¿Soy única? Tampoco.
Esto es lo que afirma STEPHEN FRY:
“Una persona puede ser fanática de lo digital y a la vez leer
libros; puede ir a la ópera, mirar un partido de críquet y reservar entradas
para un recital de Led Zeppelin sin partirse en pedazos. ¿Te gusta la comida
tailandesa? ¿Pero qué tiene de malo la italiana? Epa, calma. Me gustan las dos.
Sí, se puede. Me puede gustar el rugby, el fútbol y los musicales de Stephen
Sondheim. El gótico victoriano y las instalaciones de Damien Hirst. Herb Alpert
& The Tijuana Brass y las obras para piano de Hindemith. Los himnos
ingleses y Richard Dawkins. Las ediciones originales de Norman Douglas, y
además los iPods, el billar inglés, los dardos y el ballet”. *
*Diario La Nación.
Artículo: Sygmunt Bauman: la cultura en la era del consumo. 30 de agosto
de 2013
Irene Nemirovsky con su gato negro |
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