lunes, 30 de septiembre de 2013

MI CUQUETECA

Mi Cuqueteca 
Todas las personas cuquenses sabemos que  nuestro admirado escritor ponía como ejemplo de lentitud la antigua ferretería de barrio donde uno iba a buscar un tornillo y salía con otro –de distinto tamaño- para “ajustar” a prepo con una arandela, que luego el sanitario  que nos estaba arreglando la canilla de la cocina nos decía que no servía. Eso, después de un buen rato de esperar el turno, más el que se perdía en las  extensas divagaciones  tratando de explicar para qué y cómo tenía que ser lo que buscábamos.
Yo encontré otro ejemplo moderno de la vieja ferretería cuquense: los  quioscos donde se hacen fotocopias, se encuadernan y plastifican.
¿Alguna vez han intentado que les hagan un trabajo en el acto como bien dice el cartelito que tienen en la puerta? ¿No? ¡Prueben!
En primer lugar, les dirán que ese trabajo que llevamos  lo tenemos que dejar y retirar al día siguiente- como una de las mejores posibilidades-, porque en ese momento, el comercio está en “la hora pico”. Ustedes miran para todos lados y la verdad es que  lo único que ven  es otra viejita-parecida a Misia Dura-  comprando un paquete de pastillas  que- además-  ya está pagando para irse.
Ni siquiera en el quiosco de la esquina- ese donde nos atendía una dulce galleguita, que engrampó todos nuestros trabajos y  tesis durante años- logramos  que nos llevara el apunte. ¡Jamás! La antigua dulzura de la que nos atendía amablemente fue sustituida por una sistemática negativa menopáusica que no nos da ninguna clase de tregua. “No puedo para hoy” “Te lo hago para mañana”. Me ha pasado que le he dejado trabajo y al día siguiente ¡no está pronto! Y ahí sí, después de recordárselo, hace que el cartelito se convierta en realidad y me lo hace “en el acto”- (después de un día en la amansadora, por supuesto.) ¿Qué pasó con el encanto de petisa  de hace veinte años atrás? ¿Es que el marido ya no le hace  más “pat pat” ni  “foqui foqui”? (Sustituyan las onomatopeyas por el significado que les resulte más acorde ¿ta?) ¿Es por eso que está de mal humor?
Todo este preámbulo es para que sepan que pasé por muchos inconvenientes para reparar “Mi   Cuqueteca”. ¡Albricias!  ¡Finalmente lo logré! ¡Aquí está!
¿Cómo llegaron los libros del Cuque a mi biblioteca?
Como buena cuquense que escuchaba el programa de la tarde de la  radio Sarandí –donde el Cuque tenía su espacio- en la década del  ochenta,   fui comprando los libros a medida que se publicaban. Si no los compraba yo, me los compraba mi marido. Me parece que si mal no recuerdo me falta únicamente uno: “Los tangos del Cuque”. Tengo también los libros “serios”, los que son de Jorge Sclavo, pero hoy, quiero rescatar al Cuque, al Loquito ese que desde chico,  escribía una entrega por semana y dormía en los semáforos o en los ascensores porque para poder vivir tenía  que laburar de sol a sol en múltiples y variadísimas actividades.
El problema de mi cuqueteca es que las encuadernaciones dejaron bastante que desear, y por eso necesitaron reparación. Siempre tenía- y tengo- a mano,  alguno de los libros del Cuque en el revistero del dormitorio. Indefectiblemente, releerlos a la noche, seleccionar  las “grageas cuquenses” para ponerlas en la página del grupo”LAS BLOGUERAS DEL CUQUE” tiene la virtud de “sacarme” de la  realidad  por más engorrosa que sea y después me duermo  con una  enorme sonrisa.
Cuque: vos supiste muy bien aunque tu  mamá, Doña Aída, te haya dicho que eras “un amargado” - que  fuiste    “un crack”-aunque el prólogo  de “50 años al santo bleque” te salió demasiado  modosito:
“Desde 1959 hace 50 años, he vivido como un profesional del humor. Aunque nunca fui humorista. Humorista es un título demasiado grande. Soy un gustador del humor. Me gusta ver sonreír a la gente. Y me gusta mirarla.
Desde que leí por primera vez aquella descripción que hace Balzac de las manos de unos timberos en LA PIEL DE ZAPA hasta los magistrales, escuetos y discretos retratos de Julio César Puppo (El Hachero), dejé de aburrirme en ómnibus y tranvías. Con ellos aprendí a observar a la gente. Y a mí también, faltaba más, como buen ciudadano promedio y narciso que soy. Y porque soy gente.
(…) Benedetti decía que el Montevideo de su infancia “era verde, absolutamente verde y con tranvías”
El Montevideo mío fue más negro, más duro, pintado al bleque.
Pero con restos de pintura que quedaban en el altillo de mi Viejo, le fui poniendo color para alegrar esos muros que cuentan la historia de mi Montevideo.
Porque como decía Macedonio Fernández, ese filósofo argentino, que alguna vez, alguno, confundió con otra invención de Borges:

“Al humorista incumbe no sólo poner a las almas en estado de risa, sino también de esperanza”

Querido Cuque: fuiste y seguirás siendo un gran humorista porque nos observaste y  conociste tan bien que cada uno de nosotros  ha quedado “pintado” al bleque de una u otra forma. Tuviste la virtud de ponernos a todos “en estado de esperanza”. No te quepa la menor duda.
¡Gracias, Cuque por todo el humor que desparramaste en este territorio tan dispar! ¡Tus blogueras te queremos pilones y por eso, vamos a insistir hasta que se te reconozca como merecés! ¿Ta?  ¡Y.. feliz cumple, troesma! 

Cuque Sclavo en sus años mozos 

2 comentarios:

  1. Muy bueno! Feliz cumple al gran Cuque, dondequieraqueseaqueesté, está en nosotros/as!

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  2. Alfa: Me ocuparé de conocer a Cuque, gracias por presentarlo a quienes no tuvimos el gusto de leerlo. Un abrazo .

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