Epistolario del Gran Cronopio: "Cartas a los Jonquières" |
En estos tiempos
que corren de villancicos paspantes por todos lados y de “feliz Navidad” y
“Feliz año nuevo”, no tenía muchas ganas de volver a escribir porque siempre me pongo melancólica-que para mí es
un estado propio de estas fechas-, pero ocurre que la última crónica que
escribí suscitó diferentes reacciones. Las hay adversas porque cada uno lee lo que quiere leer y no acepta otra visión-aunque
reconozca a regañadientes un poquito de razón en los argumentos-Menos mal,
porque al fin y al cabo, escribo para
ser leída, y la prueba de que me leen está en esos comentarios recibidos aunque no coincida con ellos-. No
iba a aclarar nada, porque “el que
aclara, oscurece”. Sin embargo anoche,
desvelada, me puse a hurgar en mis apuntes para contestar a los que me
escribieron en el blog, por mail, o en mi facebook.
Elegí sólo los aspectos que me
parecieron relevantes y aquí van.
Algunos famas “esos que van a ver si todas las
etiquetas están en su sitio”- al decir de Cortázar- me señalaron que nunca dijo o, que nunca escribió que quería que se
anexara Uruguay a la Argentina, o que
tampoco afirmó que Montevideo era una ciudad aburrida”. Y yo digo que sí
y lo voy a comprobar con pequeños fragmentos de sus cartas-que son- a nadie le
quepan dudas- también literarias, porque él no se despojaba de su personalidad
de escritor para escribirles a sus amigos, aunque -lógicamente-, era más íntimo, o más
transparente quizás, -y observen que escribo “quizás” y no “seguramente” - que
cuando escribía ficción.
No soy la única que
piensa de esta manera; Cristina Peri Rossi en su libro: Julio Cortázar y Cris afirma lo siguiente:
“Dos meses después
de haber intercambiado las primeras cartas (ambos amábamos el género epistolar.
Que hubiera sido de nosotros, los exiliados, qué hubiera sido de los emigrantes
sin la correspondencia. Vos escribías tus cartas como tus cuentos, como tus
novelas, era imposible distinguir un género de otro, porque el estilo es el
hombre. Tus cartas formaban parte de tu obra completa, es decir de tu vida
entera.” (…) (Página 32)
Y aquí daría para discutir-muchísimo- qué es
ficción y qué es realidad porque de alguna manera una se mezcla con otra y no
hay manera de destrabarlas a medida que
se van adivinando/ conociendo las tramas.
La primera esposa
de Cortázar, Aurora Bernárdez, recientemente fallecida, fue su albacea literaria- y como ya dije antes-
decidió publicar sus epistolarios. Así lo decidió ella con Carles Álvarez
Garriga. Uno de los epistolarios más
“jugosos” desde el punto de vista de la visión que aporta lo titularon:
“Julio Cortázar-
Cartas a los Jonquières”
Aunque otros
“famas” (los críticos literarios, tan afectos todos ellos a “etiquetar”) han señalado que no todas las cartas tienen la
misma importancia- yo “me ne frego”
lindamente, como seguramente lo haría el
propio Cortázar-porque creo que este epistolario tiene una inmensa virtud: nos
da la pauta de que el humor lúdico y el optimismo formaban parte de su personalidad,
y eran también unas estupendas
peculiaridades para exorcizar la realidad cuando se torcía de manera
patética.
Sobre todo el
humor, cuando jugaba no únicamente con
las formas sino con los sentidos de las palabras, resignificándolas permítanme
el neologismo- magistralmente.
Y ahora detengo la
cháchara para documentar. En la carta que le escribió a su amigo Eduardo
Jonquières, fechada en París el 8 de septiembre/54 (página 252-para más datos) encontramos
lo siguiente:
“Quinto: agradezco
doloridamente los tristes informes de Baudi. Paciencia, ya me lo veía venir.
Bajaré en Montevideo, y al final de la Conferencia iré a B.A. ¿Por qué no
cruzan todos ustedes a Montevideo y me acompañan durante toda la Conferencia? ¿Por qué la Argentina no anexa de una vez
por todas al Uruguay y se acaban los problemas?
Es cierto que las circunstancias son
patéticas, en una época de enorme papeleo para pasar de una Banda a la otra,
sumadas a las dificultades para hacer efectivo los cheques de pago y demás.
Pero que lo escribió, lo escribió. Así que no me jodan más. Ahí está escrito
como prueba irrefutable.
En cuanto al
“aburrimiento” de o en Montevideo, hay muchas referencias. Transcribo una de
ellas. La carta está fechada el 12 de noviembre del 54- página 275- ):
“En efecto, no tengo
barco hasta el 29 de diciembre. La
barbe, quoi. (En nota a pie de página: “Una lata”.) Gastar pilas de pesos y aburrirme en este Montevideo
archiprovinciano.”
Como siempre fui una incondicional
cortazariana, nunca me importó que escribiera lo que escribió sobre Montevideo,
nosotras, las orientales, o el mismo Uruguay. El amor todo lo perdona., mi
cielo, qué duda cabe.
De su sentido del
humor, hay muchísimos ejemplos, porque el humor es sin lugar a dudas “de lo más serio que hay”- según él mismo-. Yo los remito a leer el libro de cartas completo, porque –como señaló Paco
Porrúa- “se lee como si fuera una novela”. También lo afirmó Aurora Bernández:
“Es una curiosa experiencia leer la propia
vida contada por otro. Porque las cartas de Julio son su mejor biografía, pero
también la mía. Yo sabía que no había estado nada mal, pero no recordaba los
detalles (algunos de ellos fantasiosos, como la reiterada y amable referencia a
mis tortillas, que todavía hoy no he aprendido a hacer). Pero lo que descubro
ahora es que el relato de mi vida se ha convertido en mi vida. Todo depende,
claro está, del narrador”.
Les dejo este
ejemplo de humor negro de la carta fechada: “Cerca de Dakar, 22/10/54”
“Mi querido
Eduardo:
Allah es grande
pero la mierda puede más. Perdóname este comienzo sin elegancia. No estoy bajo
la influencia de Antonin Artaud, ni soy discípulo de Henry Miller. Simplemente
navego en un barco de la C.G.T.M. es decir Compagnie Générale des Transports
Maritimes, aunque estoy convencido de que la sigla quiere decir:
“Como Güele Tanta Mierda”.
Ya puedes creerme que como oler, huele. Aurora
y yo estamos admirablemente situados para juzgar la cosa, puesto que la famosa
“cabina de dos camas” que nos dieron (como gran prerrogativa) es absolutamente
idéntica a una pissotière (nota a pie de página: “Un meadero”) de París. (Página
268)
También es posible
observar su sentido del humor en los apodos. En la
correspondencia y en libros, como Los
autonautas de la Cosmopista-
observé su uso para –por lo menos- tres de sus amores: Aurora era “Glop”,
Cristina Peri Rossi “Bichito”, y su
segunda esposa Carol Dunlop era “La Osita”. A sí mismo se denominó: “El lobo”. Pueden haber
más, porque también apareció una tal Edith Aron, ya octogenaria, que dice ser
“La Maga” y ¡Oh sorpresa! ¡También tiene
cartas escritas por Cortázar! Indudablemente, fue un gran escribidor de cartas.
(¡A mí nunca me escribiste ninguna! ¡Qué tristeza! ¡Qué lindo que hubiera sido
recibir una carta tuya! ¡Qué estupendo si hubiera sido una de amor, tipo Corín
Tellado! ¡O un poema! ¿Por qué nunca me escribiste uno como los que le escribiste a Cris?)
¿Qué apodo me hubieras puesto? Pero nunca te escribí; me enteré muy tarde de que contestabas todas las cartas, si lo hubiera sabido antes te habría escrito alguna.) No sé si Edith Aron las publicará o no. Cristina Peri Rossi dijo una vez que no. Según cuenta en su libro ya la visitó un crítico que le cayó espeso y no se las dio. Pero-como dice ella que decía su abuela-: “la vida da muchas vueltas”.
Otro de los poemas para Cris ( yo hubiera querido uno así.....la verdad... ) |
¿Qué apodo me hubieras puesto? Pero nunca te escribí; me enteré muy tarde de que contestabas todas las cartas, si lo hubiera sabido antes te habría escrito alguna.) No sé si Edith Aron las publicará o no. Cristina Peri Rossi dijo una vez que no. Según cuenta en su libro ya la visitó un crítico que le cayó espeso y no se las dio. Pero-como dice ella que decía su abuela-: “la vida da muchas vueltas”.
En una de esas Gran
Cronopio, encontramos más y más de tus intimidades. Seguís vivo. Qué duda cabe,
cariño.