Teníamos diferentes tipos de comidas. Este el plan de "Gala Menú" -cuando había que haber ido vestida así o asá- |
Es buena. Pero para
disfrutarla, lo mejor es ir al comedor
asignado, tanto para desayunar como para almorzar y cenar. En el primer día intenté desayunar
en el popular de las piscinas -craso error-. Únicamente logré una taza de té y
dos galletitas, después de pelear decididamente por llegar a los comestibles.
Al día siguiente fui a desayunar al New
York New York. El mozo acomodaba en mesas grandes y colectivas, donde conocí a
otras personas adultas con sentires parecidos a los míos. En el comedor del
piso 9 había más gente joven- que no es
ni mejor ni peor pero sí bastante más atropellada y bulliciosa-. En el segundo
día tuve mi primer desayuno “normal”; tipo buffet, tomé café con leche ¡oh! y dos medialunas. Observé
que más de uno se hacía preparar
omelettes y huevos revueltos. Yo
procuré seguir mis costumbres. Yo no como bizcochos. De mañana desayuno con
galletas o tostadas, pero se sabe que cuando se sale de paseo todo puede pasar
en la dimensión desconocida. Para el
almuerzo, -vista la mala experiencia en el popular -también acudí al
restaurante que tiene una carta
disponible para elegir. La diferencia con la cena es que no había mesa asignada. Lo mismo que en el
desayuno, había que sentarse donde el
mozo disponía. Otros protestaban, querían una mesa para ellos solos, querían
guardar lugar para amigos o familiares, se discutía. Yo acaté. Algunos días me tocó con gente de
habla hispana, otros no. Un día me
sentaron con una familia de extranjeros, con quienes me comuniqué en inglés. Me
contaron que habían hecho varios
cruceros con distintas compañías y que este “Costa” ya no tenía la calidad de
antaño, porque sin gran competencia, se había masificado en demasía. Yo les
dije que era el primer crucero que hacía.
Me miraban con un poco de pena. Me comentaron que habían hecho cruceros por
todo el mundo. Mucho más “individualizados” y que este era “familiero” -con muchos niños
ruidosos- y “amiguero”- con grupos de jóvenes bulliciosos-. Pensé para mis
adentros: “Yo voy a misa y encuentro al cura borracho”. La verdad.
La magra merienda que conseguí en el "popular" de las piscinas |
Pero volviendo al tema de
la gastronomía. Lo mejor en los viajes-al menos para mí- es comer más o menos
lo habitual- y probar algún platillo típico sin exagerar-. De esa manera se
evita cualquier tipo de inconveniente que se puede dar por exceso, o por comer
algo que sale de nuestras costumbres. Hubo algún día que el mozo me recomendó
algún plato con mariscos. Me comí el arroz- delicioso- pero dejé un par de
langostinos bigotudos que quizás
estarían deliciosos pero no los “conocía”- porque nunca comí- .
Una de las delicias nocturnas |
Hubo bastante “comida italiana”- que me encanta- porque la
nave hizo-incluso- “una noche de Italia” – en que se sugería que la vestimenta
fuera blanca, roja y verde, con los colores de la bandera.
No cumplí con el protocolo
porque lo desconocía, pero le hice los correspondientes honores a las
delicias italianas.
Otra muestra de plato "gourmet" |
La excursión Súper Río
incluía un almuerzo en una “churrascaría”- con buffet y los mozos que vienen
con los pinchos con diferentes carnes: chorizos, morcillas, pollo y cebú-. Debo
decir que “ni fu ni fa”. El sistema era novedoso para el que lo veía por
primera vez, pero yo ya lo había probado hacía muchos años. Como siempre, comí
lo conocido. Carne de cebú no. Es muy grasosa.
En cuanto a la bebida, el
almuerzo en la churrascaría, incluía una bebida. En el crucero vendían “paquetes”. Los había
de refrescos para niños, de vino y agua, y otros- bien caros- que incluían los cocteles y el
champagne del brindis de fin de año. Compré el clásico: vino y agua. El agua la tomé toda. El vino, me
alcanzó y me sobró. Aún tengo una botella de blanco italiano en la heladera. Ya
vendrá alguna buena oportunidad para descorcharla.
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