|
Mi camarote o cabina número 2367 en el piso o "adaggio " 2 del barco musical |
De acuerdo a lo que
conversé con un matrimonio de mendocinos
que viajaban como sardinas en lata- un matrimonio con dos hijos a los que les dieron un camarote interior con cuatro cuchetas donde no podían ni moverse-, sin lugar a dudas, el mío fue una “fortaleza”. Cuando señé el crucero en mayo no quedaba
ningún camarote “interior”, por lo cual compré uno “exterior”- no con suite con
balcón-que era carísimo- , pero si con ventana al mar- y, por supuesto,
también me lo cobraron bien de bien. Pero
era espacioso, confortable, con todo lo que se podía necesitar.
|
Indicaciones para no perderse (Bah, es un decir...) |
Al llegar, lo revisé. Lo
primero fue ver el baño, por supuesto que sin bidé- ya saben que ese adminículo
parecer ser un invento rioplatense porque se encuentra en muy pocos lugares-
pero sí una ducha-teléfono y como tengo una nueva en casa, me sentí
reconfortada. (Suponía que era algo que sabría usar.) Estuve un rato
observándola como un bicho raro. ¿Por dónde se abría el agua? No tenía la misma
“estructura” que la mía. Pero toca que te toca, en una vuelta, encontré una
ruedita, la moví y me bañó un
potentísimo chorro de agua tibia. Bien. Por ese lado quedé tranquila. Mojada de
pies a cabeza, pero tranquila.
|
La enigmática ducha-teléfono La ruedita se mueve y¡ zás, te baña! |
|
¡Miren que ingenioso sistema para esconder el secador de pelo! |
No encontré secador de pelo. Revisé todo el
baño. Nada. Revisé el placar, nada. Por
esa razón, los primeros días usé mis rulitos naturales. La camarera era muy
simpática y de buena disposición-como todo el personal- pero no la veía a menudo para preguntarle.
Una noche, a la hora de la
cena, los compañeros de mesa me informaron que sí había secador. Estaba en una
especie de cómoda que había al lado del placar. ¡Hasta con un dibujito del
secador y todo! ¡El Costa Pacífica me
resultó un “barco cronopio”! ¿A quién se
le habría ocurrido la genial idea de poner un secador de pelo-conectado
permanentemente- en el cajón de una
cómoda?
Lo cierto es que el
camarote era cómodo. Después del primer día ya me había habituado a él, pero honestamente, prefería estar afuera, en el
Spa, en las cubiertas- bien temprano para encontrar alguna tumbona disponible- o, en la
biblioteca, que abría una hora de mañana
y otra hora de tarde para préstamos. Como me arreglé bastante bien con el
inglés me leí-no en el camarote- sino en la cubierta o en la sala de meditación
del spa-, una novela del español José
Ovejero: NUNCA PASA NADA.
|
Otra perspectiva del camarote con sillón y todo |
|
También tenía caja de seguridad con combinación |
|
Pero yo prefería ir al SPA |
|
o madrugar y "chapar" una tumbona bien temprano
|
De las mujeres que viajaban con otros objetivos y de tus expectativas no pones nada. Tengo curiosidad.
ResponderEliminarHola Oliva: las mujeres que viajaban solas tenían otros objetivos. Una me dijo que viajaba para "huir de la parentela"; otra que viajaba porque había quedado viuda y sola. Algún objetivo mío irá o se podrá deducir de las próximas entregas-probablemente al final, cuando redondee el tema un poco más-. Te lo prometo. ( Así alimentas la curiosidad.) Besos y gracias
ResponderEliminar