martes, 6 de enero de 2015

MI PRIMER CRUCERO. UNA EXPERIENCIA VARIOPINTA. LAS DEBILIDADES- MI EXCURSIÓN "SÚPER RÍO"-

FAMOSO HOTEL DE RÍO- COPACABANA PALACE -SACADO DESDE ARRIBA DEL ÓMNIBUS



Como ya se sabe, las experiencias personales son únicas. No vamos a encontrar nunca a una persona –y mucho  menos en materia de viajes- que haya experimentado lo mismo que otra. Eso se debe, sobre todo a que son experiencias  absolutamente intransferibles. Y lo afirmo con  la seguridad de que muchas personas que fueron en este crucero experimentaron otras sensaciones. Así,  que la que salió-por ejemplo con  el número 12 de la excursión “Súper Río”, pudo subir perfectamente, sacó todas las fotos que quiso, se tiró al piso para sacar la figura del Cristo entera, y regresó feliz y contenta. Esa fue la excursión que salió TEMPRANO. Se iba por número; cada ómnibus tenía un número y el correspondiente guía tenía el mismo número en una paleta que era su talismán para llamar la atención a los pasajeros. Bien. A mí me tocó el número 16, y  no fue porque no madrugué –como me dijo una recalcada repelente- sino porque en la rebatiña hubo quienes pelearon y arañaron mejor  que yo y  lograron  salir primero. Tomé notas,-  como es mi costumbre- y en las mismas dice que la cita para salir era a las 8.00 a.m. Ahí estaba yo. ¡No en vano trabajé más de veinte años en un colegio americano, carajo! ¡Llego en  hora siempre! Pero lo que no hice fue batallar con un sinfín de forajidos de diferente sexo que  pugnaban por salir antes. ¿Tamo?
Así que MI experiencia-el posesivo lo pongo en negrita para que se destaque-  de la “Súper Río” fue una cagada frita.
Se puede resumir así: desde el ómnibus vi de manera vertiginosa barrios y monumentos. Se llegó a la estación de tren donde se esperó largo y tendido. Intenté comprar algo para que me dieran el vuelto en reales; no fue posible. Le dije al guía. No me dio bola. Nos dieron un boleto a cada uno de ida y vuelta, se llegó al Corcovado. Es un decir, porque para “llegar”, realmente “llegar” hay que subir por escaleras. El guía aconsejó que subiéramos por ellas porque los ascensores estaban atestados por una multitud pujante y  sudorosa. Yo todavía tenía el dedo gordo del pie derecho-el que me quemé con caramelo- en estado lamentable. Subí, con el esfuerzo de una persona que ya no tiene veinte pirulos.
Así se va viendo el Cristo Redentor mientras se asciende por las escaleras 

Viví más de veinte años en una propiedad horizontal de un primer piso que tenía escaleras sin pasamanos. Lo pusimos nosotros, porque mi querido amigo Chacho, tenía dificultades motoras y siempre que venía a casa, lo reclamaba. Ahora yo también lo necesitaría.
Volviendo al asunto del Corcovado: subí las putas escaleras con las dificultades del caso, fui viendo la estatua paulatinamente. Primero de espaldas, después de costado.
El Cristo Redentor de costado. ¡Me falta menos! La ascensión es una penitencia sin lugar a dudas

 Agradecí a Nuestra Señora de la Aparecida-en la capilla que está a los pies del Cristo Redentor- por haberme permitido la ascensión.
¡Claro que le di las gracias y después salí despavorida para abajo en busca del guía! 


 El guía nos dio unos minutos para tomar fotos y luego nos dijo que nos encontraríamos abajo.  Yo me pegué a unos - de mi mismo grupo-  para bajar con ellos y no mezclarme con otros que habían venido en distintos ómnibus.  (No está demás señalar que fui  a la excursión con  seres totalmente desconocidos.) Los argentinos bajaban, yo bajaba, se detenían, yo me detenía, y así sucesivamente.  Al final, vi que el joven se había dado cuenta y me esperaba – porque yo lo seguía, despavorida,  mirando indistintamente sus zapatillas de color azul bolita o su gorro blanco-distintivos que me ayudaban a identificarlo- Habrá pensado que era una vieja maniática, pero fue la única forma que encontré para ir donde nos esperaba el tipo.
Después del descenso, nos llevaron a una típica “churrascaría” de nombre “Oasis” en un barrio pitucón. Felizmente, teníamos incluida una bebida porque –como recordarán-, no tenía reales sino dólares, y no conseguí ningún lugar que me diera el cambio en reales. Me vino bárbaro. No compré nada. A la salida de la “churrascaría” y otra vez de manera vertiginosa y desde arriba del ómnibus sin ninguna parada para sacar ni una foto, vi Ipanema, Copacabana, Praia Vermella, y Barrio Urca, rumbo al telesférico donde volvimos a hacer otra cola matadora para subir al Pan de Azúcar. Nuevamente unos pocos minutos para fotos y otra vez la cola matadora para volver.
Al regreso al buque, le volví a decir al guía que no tenía reales. Se hizo el desentendido.  En los galpones aduaneros me compré unas havaianas- porque las que había traído se rompieron-. Tampoco logré cambio en reales. A la noche, unos compañeros de  la mesa 209 donde cenábamos, me dijeron que en esos mismos “galpones” había un cambio oficial. Nadie me informó nada de nada. Después ya no necesitaba más reales. En Ilhabela volví a arreglarme con dólares. Ya ni intenté más nada. 
RESUMEN: Este turismo masivo honestamente no es para mí. Pagué  a Costa Cruceros- porque son ellos los que  hacen también las excursiones-, la módica suma de 159 dólares por un paseo “súper”-según ellos el más recomendado,  y el más caro también-,  “súper”…atropellado. Yo ya conocía  Río. Fui con mi finado esposo cuando festejamos nuestros  25 años de casados. También conocimos juntos Angras dos Reis.

En Angra dos Reis en 1992 con mi esposo, celebrando nuestras bodas de plata.
Sí. Soy yo. con muchos años y kilos menos, con traje de baño enterizo y salida haciendo juego. 


 Pero no había ascendido al Corcovado.  Para mí fue una manera muy lamentable de hacerlo. No la disfruté para nada. 
Y si otros, tuvieron una  experiencia magnífica, los felicito. Yo no.



4 comentarios:

  1. Me encantó!! Y reafirma mi idea de no hacer cruceros y menos, "megaexcursiones"

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  2. Mi experiencia en crucero,fue ,una sola vez,en al Mar del Norte.Duro 18 horas y fue suficiente.Gracias por tus descripciones atrapantes y minuciosas.

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  3. Huuuuuummmmmm, me parece que tampoco es para mi. Me agoté imaginandolo. Realmente no es el tipo de vacaciones que me seducen. Besos,, Alfa.

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  4. Gracias por los comentarios. Realmente esta excursión fue un verdadero fracaso. Cada vez me afirmo más en la idea de que las excursiones dependen de la calidad del guía. Si es bueno, la excursión sale bien-aunque haya inconvenientes. Si es malo, regular, no atiende a los pasajeros y busca lo más simple y cómodo para él, los pasajeros no la pasan bien, y no se disfruta de nada. Eso fue lo que me pasó. Rodeada de gente desconocida, pasé una gran angustia tratando de no perderme y de no quedarme arriba del Corcovado-porque el guía no se quedó con nosotros. Bajó antes. Nos esperó abajo. Un verdadero desastre- y además, caro-

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