A medida que
transcurren los años, he podido comprobar que mis gustos han ido variando con el tiempo. Y, como en el poema LO FATAL de Rubén Darío, “la carne que tienta con sus frescos racimos”, se
ofrece, seductora, en la figura de actores de series, jóvenes, hermosos, llenos de músculos
trabajados a conciencia, pletóricos, que
provienen del mundo de la moda o del deporte.
No siempre me gustaron así,
pero, los años se me vinieron encima, junto con la pandemia,
provocando fantasías que se nutren de
las bellezas actuales.
De niña, aunque no tuviera
mis instintos desarrollados, me
encantaba el Tarzán de los monos que encarnaba el actor Lex Barker (que era tan
atractivo que le decían “SEX Barker”). (Lo puse en una foto tomada de internet, donde se ve con un equívoco taparrabos).
Cuando era joven, me
gustaban actores que no se
caracterizaban exactamente por ser apuestos, sino seductores. Cada uno a su
manera.
Uno de ellos, que me dejaba
boquiabierta, con el corazón palpitante, fue Charles Bronson.
Quien más quien menos,
admiraba a ese tipo recio, mezcla de galán y bandido que
enloquecía a la mayoría.
Otro, no menos que Charles,
fue el francés Jean Paul Belmondo. Un feote, que era como los perros pekineses, lindos de tan feos, además, podía y hacía
gestos de picardía, capaces de dejar sin aliento a más de una- y no solo
a la actriz de la peli con el mismo
nombre-. Su aspecto era el de un boxeador, con la nariz achatada, pero vaya a saber una porqué, tenía un atractivo
especial para las que lo contemplábamos,
arrobadas, en la pantalla.
También tuve mi época de
carilindos. Uno de ellos fue Robert Redford, que, en su juventud era un Adonis
rubio con un aspecto varonil muy seductor.
Uno de los que aún me
resulta atractivo es Keanu Reeves, que, además, parece ser amable y
condescendiente con sus fans.
No fueron los únicos, hubo
varios con perfil similar, pero no quiero abundar en ellos porque fueron y
pasaron ya a la historia.
En la actualidad, en este
año pandémico, obligada a permanecer en casa porque estoy en edad de riesgo, vi muchas series de televisión con actores que
cortan el aliento y son capaces de andar ligeros de ropa exhibiendo unos
físicos privilegiados. Se caracterizan
por ser muy pero muy bellos –algunos
hermosísimos, y, sobre todo, excelentemente
bien formados. Muchos provienen del
mundo de la moda- comenzaron siendo modelos para casas de prestigio- y otros,
del mundo de los deportes. Sus físicos están indudablemente trabajados a
conciencia. Tienen entrenadores profesionales que los mantienen sin un gramo de
grasa. Son paredes formidables de músculos y tendones. Congelan la sangre
cuando se desvisten.
Hace poco, puse en Facebook
las fotos de dos bombones modernos: Ibrahim Celikkof y Tomer Sisley. Ibrahim es turco, y Tomer, aunque lo he visto más que nada dialogando en
francés, habla varios idiomas con fluidez porque vivió en diferentes países.
Desaté los ocultos deseos de más de una, porque coincidieron en
que la pandemia sería más grata teniendo una compañía así. Yo no conozco a
ninguno personalmente. No sé si me gustará
el olor o la piel, sé que uno
tiene tatuajes (que no me gustan) pero, aunque no creo que ninguno se me ponga
a tiro, obviamente, no me molestaría
probar.
Indudablemente, me alejarían
de la depresión. ¿No?