sábado, 19 de diciembre de 2020

LOS HOMBRES DE MI VIDA


 

A medida que transcurren los años, he podido comprobar que mis gustos han ido variando  con el tiempo. Y, como en el poema LO FATAL de Rubén Darío, “la carne  que tienta con sus frescos racimos”, se ofrece, seductora, en la figura de actores de series,  jóvenes, hermosos, llenos de músculos trabajados a conciencia, pletóricos,  que provienen del mundo de la moda o del deporte.

No siempre me gustaron así, pero,  los años  se me vinieron encima, junto con la pandemia, provocando  fantasías que se nutren de las bellezas actuales.

De niña, aunque no tuviera mis  instintos desarrollados, me encantaba el Tarzán de los monos que encarnaba el actor Lex Barker (que era tan atractivo que le decían “SEX Barker”). (Lo puse en una foto tomada de internet, donde se  ve con un equívoco taparrabos).

Cuando era joven, me gustaban  actores que no se caracterizaban exactamente por ser apuestos, sino seductores. Cada uno a su manera.

Uno de ellos, que me dejaba boquiabierta, con el corazón palpitante, fue Charles Bronson.



Quien más quien menos, admiraba  a  ese tipo recio, mezcla de galán y bandido que enloquecía a la mayoría.

Otro, no menos que Charles, fue el francés Jean Paul Belmondo. Un feote, que era  como los perros pekineses,  lindos de tan feos, además,  podía y hacía  gestos de picardía, capaces de dejar sin aliento a más de una- y no solo a la actriz de la peli con el mismo  nombre-. Su aspecto era el de un boxeador, con la nariz achatada,  pero vaya a saber una porqué, tenía un atractivo especial para las  que lo contemplábamos, arrobadas, en la pantalla.



También tuve mi época de carilindos. Uno de ellos fue Robert Redford, que, en su juventud era un Adonis rubio con un aspecto varonil muy seductor.



Uno de los que aún me resulta atractivo es Keanu Reeves, que, además, parece ser amable y condescendiente con sus fans.



No fueron los únicos, hubo varios con perfil similar, pero no quiero abundar en ellos porque fueron y pasaron ya a la historia.

En la actualidad, en este año pandémico, obligada a permanecer en casa porque estoy en edad de riesgo,  vi muchas series de televisión con actores que cortan el aliento y son capaces de andar ligeros de ropa exhibiendo unos físicos privilegiados.  Se caracterizan por ser muy pero muy  bellos –algunos hermosísimos,  y, sobre todo, excelentemente bien  formados. Muchos provienen del mundo de la moda- comenzaron siendo modelos para casas de prestigio- y otros, del mundo de los deportes. Sus físicos están indudablemente trabajados a conciencia. Tienen entrenadores profesionales que los mantienen sin un gramo de grasa. Son paredes formidables de músculos y tendones. Congelan la sangre cuando se desvisten.

Hace poco, puse en Facebook las fotos de dos bombones modernos: Ibrahim Celikkof y Tomer Sisley.  Ibrahim es turco, y Tomer,  aunque lo he visto más que nada dialogando en francés, habla varios idiomas con fluidez porque vivió en diferentes países.



Desaté los ocultos  deseos de más de una, porque coincidieron en que la pandemia sería más grata teniendo una compañía así. Yo no conozco a ninguno personalmente. No sé si me gustará  el olor o  la piel, sé que uno tiene tatuajes (que no me gustan) pero, aunque no creo que ninguno se me ponga a tiro,  obviamente, no me molestaría probar.





Indudablemente, me alejarían de la depresión. ¿No?

martes, 8 de diciembre de 2020

CON CATA DE PALLEJA EN CERRO MÍSTICO DE MINAS

 



Durante la pandemia tuve que reacondicionar mis paseos. Viajes no pude hacer.  Hubo  un plan de reencuentro con colegas y ex alumnos en Miami, pero, debido a las condiciones actuales fue imposible. La pandemia frenó y mortificó-y aún lo sigue haciendo- todas las actividades habidas y por haber. Por eso, me reformulé de manera efectiva. Hubo una pequeña agencia de viajes y paseos que venía a domicilio, pero, en los últimos tiempos no cumplía con las condiciones del necesario aislamiento entre las personas—cuando lo manifesté, no  fue bien tomado  y me borraron de la lista, porque no recibí más itinerarios ni propuestas—. Pero, hecha la ley, hecha la trampa. Fui encontrando otras agencias que hacen lo mismo —algunas hasta ofrecen recoger en casa— por lo cual tampoco se constituyó  en un problema.

En el caso de Cisplatina— que es la agencia que más he usado en los últimos tiempos— no hay servicio domiciliario, por el momento, pero tampoco hay que recorrer la república para salir. Simplemente, nos esperan en Tres Cruces y de ahí salimos para el destino que sea. Va con coordinador propio, en este caso,  Andrés, —que fue preparado especialmente para lidiar con público mayor— y un chofer, Nicolás,  que también colaboró mucho y muy bien.

El último paseo que hice, fue para asistir a un taller de cocina de Cata de Palleja en el Cerro Místico de Minas. Salimos— ella también con nosotros, desde Tres Cruces, en el ómnibus, que como ya expresé va con el 50% de aforo— nos fue dando pautas de la distribución por grupos y tareas a realizar para el éxito del almuerzo que fue todo un extraordinario despliegue de color y belleza.

También recibió cada pasajero, una bolsa de Cisplatina con el recibo y las propuestas futuras de viajes y paseos por el Uruguay. Todas de reconocida calidad, más una bolsita de parte de Cata que contenía delicias de desayuno saludable.

Si bien es cierto que hay que cuidarse y cuidarse significa poner empeño entre todos— porque todos somos responsables por los otros— también es cierto que el esfuerzo que hagamos por protegernos redundará en una adecuada cobertura.

Yo he redondeado las propuestas de higiene,  con algunas recomendaciones maternales que me quedaron en la memoria:

* llegar a casa y sacarme toda la ropa—incluida la interior—  y ponerla en un lavado único—  

*bañarme de pies a cabeza— mi madre me bañaba con alcohol puro y después me “alcanforeaba” con  bolsitas caseras que adosaba a mis camisetas.

 Recuerdo que quedaba oliendo a desinfectante y que, si por alguna casualidad tenía alguna heridita, la misma me ardía y dolía a más no poder.

No sé si  serán efectivas las medidas maternales de protección, como ya saben, mi madre era partera, de las antiguas, — preparadas por los ginecólogos estupendos que supo tener este país— Las medidas me sirvieron en la época de la peste de la poliomielitis. Tuve compañeras que se enfermaron seriamente, y quedaron lisiadas, pero a mí, o me protegió la estrella materna  o tuve una suerte fuera de serie, porque mi madre nunca fue partícipe de no mandarme al colegio, o a la clase de ballet o a la de piano. Recuerdo la asistencia rigurosa  a misa—en esos remotos tiempos,  se exigía libreta de asistencia firmada por el cura —.

Tomando entonces, las debidas precauciones, me sigo aprontando para hacer alguna excursión como la que hice con Cata de Palleja en el Cerro Místico.

¿El lugar? De ensueño. Dan ganas de quedarse unos cuantos días respirando aire puro.

¿Cata? Una diosa de la nutrición y la cocina, con una simpatía desbordante y  una capacidad de organización sensacional.

¿Las comidas? ¡Nos quedaron de rechupete!

Pongo fotos probatorias*



¡Hasta pronto!

 

 

 

* Son mías, sacadas con mi celular

sábado, 7 de noviembre de 2020

" MORIR MUY VIVOS"


 

¿Qué ocurre cuando se envejece? Físicamente, se cae todo: se cae la cara, se cae la papada, los brazos pierden flexibilidad,  se caen las lolas, se cae el traste, y  se pierde absolutamente—en todas partes—  la turgencia juvenil. Espiritualmente, también se caen muchas cosas, sobre todo el ánimo; al que hay que apuntalar para que no se desmorone del todo. Hay días en que  no tengo ni ganas de levantarme. No es nada  lógico en mí, porque siempre  fui una especie de cascabel, con ganas de trabajar, de darle para adelante,  de leer, de escribir y de realizar todas las actividades que me gustan. Pero esta vez,  el desánimo no me ha dejado.

Quise aprender guitarra—online, por supuesto, con teoría musical— y no lo logré. Quedé sumamente frustrada, atemorizada y acobardada. Cuando se envejece se pierden facultades mentales: la memoria por ejemplo. ¿Dónde dejé el librito de Sagreras? ¿Dónde dejé las notas? ¿Dónde dejé el cuaderno con pentagrama? No sé. La bomba explotó. La enseñanza/aprendizaje es un proceso sumamente complejo. Hay que desarrollar una paciencia infinita y hay que saber emplear estrategias para todo tipo de alumnado.  La  relación con el instructor,  tiene que darse con muy  buena onda. No se puede—jamás— andar corriendo y cortar la clase exactamente a los 45 minutos. Si una clase lleva 45 minutos, santo y muy bueno, pero quizás,  otro día, pueda llevar 60 0 70. Quizás haya que dar 45 minutos de teoría, y otros 45 de práctica. Y, además, munido de una enormísima coraza de buena voluntad.  Hay que partir de la base de que la persona quiere aprender. ¿Tiene dificultades? Puede ser. Entonces: ¡busque soluciones, carajo!  No hay que fomentar una amistad si no se quiere, pero la relación—aunque sea vía zoom, que es una de las  modalidades actuales— tiene que ser de lo más  cordial posible, porque de lo contrario el aprendizaje no se produce y   queda, en cambio,  un sabor amargo al  no poder lograr los cometidos básicos. Y cuando se es  mayor, —lo aseguro— duele mucho más.  Ahora estoy buscando un instructor que sea una especie de “Señor de la Paciencia”. Debe entender que a la edad que tengo me va a costar mucho  más que a una persona de quince o veinte años.

En estos últimos meses—no sé si por el confinamiento o qué— me acordé de un personaje que había inventado el dibujante argentino Lino Palacio: “Don Fulgencio: el hombre que no tuvo infancia”—Probablemente me esté  transformando en una  “Doña Fulgencia”, por el extravagante afán de querer  aprender lo que se da  muy bien en la infancia o en la  adolescencia—la teoría musical, por ejemplo—. La mayoría de mis compañeros de escuela que salieron músicos aprendieron desde niños y no lo intentaron—como yo— rebasando ampliamente los setenta años. Aún así,  sigo buscando empecinadamente a un paciente profesor que tenga voluntad y agallas suficientes como para enseñar a una adulta mayor. (O sea una “doña Fulgencia”).

 ¿Será muy tarde? ¿Tendré que dejar de lado esa aspiración, como tuve que dejar la de aprender a andar en bicicleta? Lo intentaré otra vez. No está muerto quien pelea. —Dicen— Así que yo puedo seguir aspirando a que Keanu me contacte.  ¿No?

Y, por eso, porque pienso que sí, que se puede,  termino con una cita —textual— de  mi admirada, y nunca bien ponderada, Rosa Montero. La escribió hace unos años, pero es exactamente lo que pienso:

“No creo que haya que dejarse llevar por el peso de los días como un leño podrido al que las olas arrojan finalmente a la playa. Uno siempre puede intentar sacarse alguna de las piedras que lleva a la espalda, decir las cosas que nunca se atrevió a decir, cumplir en la medida de lo posible los deseos arrumbados, rescatar algún sueño que quedó en la cuneta. No rendirse, esa es la clave. Y sobre todo decirse: ¿y por qué no? Porque la vejez no está reñida con la audacia. Debemos aspirar a morir muy vivos”.

Artículo de “El País” “Morir muy vivos”. Domingo 11 de diciembre de 2016

 

 

 

viernes, 9 de octubre de 2020

LA MEJOR Y LA PEOR SOON YE PREVIN Y MÍA FARROW

                                             
Indudablemente estas dos mujeres están relacionadas por una corriente de increíble odio y rencor.

Soon Ye Previn—como todos saben— es hija adoptiva de Mia Farrow y su antiguo esposo André Previn.

Nos puede parecer bastante raro que Mia Farrow adoptara niños huérfanos o abandonados, pero, en la cultura norteamericana es un hecho bastante común.

Mia Farrow sostuvo una relación amorosa con Woody Allen, sin embargo, nunca vivieron juntos. Cada uno, tenía su propio apartamento a cada lado del Central Park de New York. Así aparece documentado en el libro autobiográfico.

Los infantes adoptados (de ambos sexos), con sus diferentes maridos,  eran de diferentes orígenes, y Mia los buscaba encarnizadamente. Su marido André Previn, adoptó junto con ella, y después ella siguió procesos de adopción por sí sola o con sus otras relaciones.

El conflicto entre ambas mujeres, tuvo lugar a raíz del encuentro de fotos de Soon-Ye, en la década del 90,  desnuda y  en posiciones eróticas. Fueron encontradas por Mia Farrow en una visita que hizo al departamento de Woody.

¿Las dejó a propósito? ¿Fue un descuido inadmisible? No queda totalmente claro, porque Woody—para no perder la costumbre-emplea ironía y sarcasmo cuando lo cuenta.

¿Pecó o pecaron? Sí. Al parecer la relación con Mía—aunque esporádica y distante— estaba vigente. Y no confesó su relación con Soon-Ye. Ese fue su gravísimo error. Sin embargo, pasó mucha agua abajo del puente, la relación con Soon- Ye se estabilizó, se casó con ella y hace más de veinte años que conviven con dos chicas que adoptaron.

 

A partir de ahí se desataron unos litigios soberbios por la tenencia de los niños y por la acusación de Mía.

Una de las niñas adoptadas por Mía, declaró que Woody la atacó sexualmente cuando tenía siete años. No fue declarado culpable, pero nunca  pudo  sacarse el pie del lazo.

En su autobiografía se declara inocente y víctima de un complot. De Mía no dice nada que sea novedoso. Elogia su belleza y alguna rareza—que no llama demasiado la atención, puesto que todas sus parejas las tuvieron— Sin embargo, en Mía hubo algunas alarmas que no fueron tenidas en cuenta, sobre la crianza de los hijos, sobre  sus propios familiares, problemas que debieron ser atendidos y a los cuales no se les prestó ninguna atención.

Lo cierto es que cuando la maquinaria de los hechos empezó a caminar, no fue fácil dar marcha atrás. Pasaron los años, la niña que se declaró abusada, creció, se casó, tuvo hijos y siguió afirmando lo mismo. Los otros hijos, algunos acusan, otros defienden. Leí atentamente la declaración de Moses Farrow—uno de los adoptivos— que fue uno de los defensores de Woody. Pero aún así,  nada ni nadie ha salvado a Woody de las críticas.  Incluso, ha sido descalificado  por gente que actuó en sus últimos filmes. Pero él sigue en sus trece: envejeció, siguió filmando y  produciendo.

 Se declara enamorado de Soon-Ye, que es una mujer extraordinaria para convivir, que tiene carácter, firmeza, inteligencia,  que no es para nada la nena sosa que muchos creyeron que era, y que conduce el hogar con mano maestra.

Yo sé que no es ningún santo; pero me cuesta mucho creer que sea un monstruo violador. La teoría más plausible es que Mía haya elaborado una muy cruel manera de vengarse. El resto lo dirá el tiempo. O no.

Yo lo sigo admirando como realizador de filmes estupendos, que me mantienen atornillada  al asiento. Hay muy pocos realizadores actuales que me produzcan esa sensación de deleite que me provocan sus extraños filmes.


viernes, 25 de septiembre de 2020

BORGEN: LO PÚBLICO Y LO PRIVADO

 

“Arriesgarse es perder el equilibrio momentáneamente, no arriesgarse es perderse a uno mismo.”

Soreng Kierkegaard

Esta serie danesa, me atrapó a los pocos episodios porque trata de temas que tienen que ver con una realidad que no siempre se interpreta como se debe.

Por una parte, tenemos a  una de las protagonistas que lucha por ser  política pero, a su vez, tiene un hogar, un marido e hijos que atender. Es la clásica división del poder entre el trabajo y la casa.

Todo se resiente cuando se milita porque nunca se logran conciliar totalmente dos ámbitos comprometidos y, en el caso de la mujer, que ha llegado tarde a los centros de poder, las diferencias son notorias.

Esta protagonista lucha en un ámbito indudablemente masculino; donde el mando lo ejercen—con su estilo— los machos. También los machos compiten por el poder. No siempre de manera transparente.  El que manda, dirige y decide. La mujer tiene un arma poderosa en el sexo. No es irreal. En la vida real también suele ocurrir.  Algunas lo esgrimen para llegar a lo que aspiran.

Un aspecto muy difícil es el maternal ¿cómo  hay que desdoblarse  para atender a un hijo con dificultades? ¿Dónde se  lo interna? ¿Ámbito público o privado?  ¿Cómo le cobran sus rivales políticos los deslices en aspectos no laborables? Los periodistas los siguen hasta debajo de las camas; leen los papeles que sacan de la basura (para ver si hay algo comprometedor), y no hay ninguna  franja que no se revise minuciosamente para buscar alguna zona oscura —que siempre se puede encontrar o inventar— para sacarla a la luz y perjudicar a más no poder.

Al mismo tiempo, los aspectos políticos se proyectan en un mundo bastante caótico.  A Birgitte se le complica la vida desde  que trabaja para la postulación. El marido se queda para ayudar en las tareas hogareñas, pero al poco tiempo se pudre. No es lo de él. Están los aspectos de las realizaciones personales que no se cumplen en un hogar. La infidelidad aparece. No es el único caso. Los otros, también delinquen.

Uno de los temas que me llamó la atención es el tratamiento de la prostitución. Por un lado, hay una tendencia a aceptar que es uno de los oficios más viejos del mundo, pero hay otros sectores de la sociedad que   condenan esa vieja ocupación. Hay preguntas urticantes sobre si se usó (o no) el “servicio” de alguna prostituta. Uno declara que sí. Lo expresa naturalmente  como un “servicio social”. Y arde Troya.

Otro aspecto que me resultó interesante es el uso de epígrafes que van abriéndonos a la temática que tratará tal o cual episodio. Fueron inteligentemente elegidos y dan para pensar mucho, como el del filósofo danés—padre del existencialismo— que puse al principio del texto. Lo estudié hace siglos y sigue provocándome angustia cada vez que lo leo: Soreng Kierkegaard. Sus dichos son irrevocables. Es cierto que si uno no se arriesga la vida lo lleva por delante y se pierde a sí mismo, pero también es cierto que al arriesgarse se corre el peligro de precipitarse al vacío. No hay ser humano que en alguna circunstancia de la vida no haya pasado por una situación límite y haya tenido que decidir que sí o sí. Con el consabido riesgo de perder todo en un segundo.

¿Qué pasa en una pareja cuando ella quiere tener hijos y él no o viceversa? Indudablemente hay que negociar/ conciliar. Se trata de la felicidad de los dos, y es una decisión sumamente difícil. Queda en juego la vida de un niño que llega al mundo con inocencia; y también la de los padres que decidieron enfrentarse a un destino siempre desconocido.

Otro epígrafe sugerente:

“Puedes engañar a todos un tiempo y a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todos todo el tiempo”. Abraham Lincoln

La política danesa  es diferente a la nuestra, pero los tejes y manejes son similares. “Hay de todo en la viña del Señor”. Se buscan y concretan alianzas inverosímiles, se hace futurología, se especula, se desacredita a los rivales, se socavan las existencias, se sacan todos los trapitos al sol. Incluso los que son más privados, como el homosexualismo encubierto de alguno. No queda nada tapado. Y hay que salir a dar batalla con las armas que se tengan en el momento.

 Esta serie danesa da para mucho más pero en un blog los textos no deben ser kilométricos porque nadie los lee. Lo cierto es que hay que verla; vale la pena.

 

 


viernes, 11 de septiembre de 2020

A PROPÓSITO DE NADA WOODY ALLEN UNA DE LAS MEJORES DIANE KEATON


 

Indudablemente Diane Keaton fue una de las mejores.

 En el libro es recordada con gratitud—y sobre todo, afirma que recurre a ella cuando se trata de tener una opinión confiable—.

 

 Diane estuvo aquejada de un mal frecuente en las mujeres que quieren mantener la delgadez—y lo logran, pero a costa de su salud— Nada de eso sabía Woody Allen quien se enteró décadas después.

 Un hecho llamativo: no aparece  rencor en ningún comentario. Diane Keaton es recordada por su afición a comer toneladas de alimentos—marcada por la enfermedad—

“Por supuesto que comía como Primo Carnera. Jamás vi a nadie, fuera de un campamento de leñadores, zamparse tanta comida como ella.” P197).

 

 Pero salvo el toque humorístico, no hay más nada que nos haga sospechar de un sentimiento negativo hacia la persona de Diane. Me pareció de su parte, un acto de enorme generosidad. No la recuerda por sus errores, ni por sus desaciertos, tampoco por sus diferencias,  sino por todo lo que le brindó su compañía. No es nada fácil mantener una amistad así, después de haberse revolcado gozosamente y, haberse dejado. Quizás, —diría— habría una percepción de su persona como “joven desgarbada”—cuando entra al estudio, en su primera entrevista, en su deseo de impresionar bien, en su marcada tendencia a pedir disculpas por todo, pero eso  no es  nada extraño en una joven “fabulosa, adorable, graciosa, con un estilo totalmente original, natural, fresca”.

 El ático frente al Central Park fue una disfrutada elección, y la convivencia tuvo sus buenos momentos:

“como sea, al regresar a Nueva York, le entregué a Keaton una llave de mi ático, y ahí estábamos los dos cretinos, como decía ella, viviendo entre pijos, en un piso alto delante de Central Park desde donde, si uno se paraba en la sala, tenía un panorama despejado de toda la ciudad, desde el World Trade Center hasta el puente de George Whashington”. (p 200/201)

(…) Guardo los mejores recuerdos de esa época”. (p 203).

Sí. Indudablemente fue una de las mejores.

Nada de rencores, ni de reproches— que cansan a más no poder; sobre todo cuando cada uno ha tomado una posición diferente—. Sin embargo—casi un milagro— permanece en su memoria  con nitidez y agradecimiento.

 

sábado, 22 de agosto de 2020

A PROPÓSITO DE TODO. WOODY ALLEN: AMORES Y DESAMORES

Con Louise Lasser- la segunda, recordada en forma amable-
( Foto tomada de Internet)



¡Amores! Los tuvo en abundancia, desde muy joven. se enamoró de mujeres atractivas, y las describe con su clásico sentido del humor.

En la traducción que leí, una de ellas tenía una voz “congestionada”. —No  me suena ese vocablo en español—, tendría que leer la versión en inglés para ver de qué se trata. Me  inclino por señalar que tiene timbre nasal— (la escuché en una entrevista y me pareció una voz ronca, y con tendencia a la gracia).

Creo, sin temor a equivocarme, que, a su manera, — muy particular, por cierto—, las quiso a todas durante un lapso de tiempo, quizás a unas más que a otras, pero las quiso,  es más las quiere también ahora, las trata y las recuerda con afecto y admiración (que es una de las tantas formas que adopta el amor a través del tiempo), por lo menos eso se desprende de sus palabras.

La convivencia diaria no fue fácil ni para él ni para sus parejas. Desde su primer matrimonio con una compañera de estudios, de diecisiete años (él no tenía muchos más); con quien discutía todo,  hasta la última Soon-Yi, —“la mejor”— con quien se casó, y, con la que convive desde hace veintidós años.

 

La primera: Harlene Rosen

Se casaron muy jóvenes: diecisiete y veinte años. No tenían práctica de convivencia. Una falla muy común. Nos parece, al principio, que “contigo pan y cebolla”, pero no es así. Las desavenencias se dan en todos los órdenes y no hay manera de remediarlo. Se paga un alto precio.

Estas son las palabras de Woody para plantear los conflictos que tenían:

“Me alegraba mucho cuando ella no estaba porque no había absolutamente ninguna cosa en la que nos pudiéramos poner de acuerdo, ninguno de los dos era capaz de ceder en nada, y batallábamos como asesinos profesionales en la Guerra de los Castellammarese. (Página 107).

Sabemos que la convivencia puede ser nefasta.

Simples cuestiones como: ¿Qué vas a hacer tú? ¿Lavarás tu ropa? ¿Y los platos? ¿Quién cocinará? ¿Quién hará los mandados? ¿Alcanzarán los ingresos para ir  al cine o al teatro los fines de semana? ¿Podremos costearnos vacaciones? ¿Dónde?  ¿Quién llevará y pagará las cuentas? ¿Quién calculará si los ingresos son suficientes o si hay que conseguir alguna changuita para redondear un presupuesto estrecho? En el diario vivir hay que aprender a negociar, a vivir con poco,  a establecer límites, a colaborar de la mejor manera posible.

Excesiva juventud y una gran inexperiencia hicieron que ese amor juvenil desapareciera.

La segunda: Louise Lasser: “La chica de la cita doble

Conocida, como muy bien describe, en una cita doble. Fue un amor conseguido cuando estaba todavía casado con “su carcelera”.

Louise Lasser era hermosa, frenéticamente sexual, extravagante, y —por  supuesto— chiflada. Siempre le gustaron así. Hubo, nuevamente, una serie de inconvenientes para vivir: hacía dieta, o se atiborraba de comida; frecuentaba otros hombres, se despertaba a la noche hiperventilando desastrosamente; salían a buscar el auxilio de un médico, regresaban y no tenían la llave. En fin. Locura completa. Del todo. El atractivo físico, le impidió ver a la mujer verdadera. Probablemente por ese frenesí sexual, la recuerda así:

“Era Louise Lasser; para pronunciar las eles de su nombre tenía que emplear la lengua, lo que era inmediatamente sexual. Las eses tampoco las pronunciaba mal.”

En cuanto al frenesí sexual, ese que deja boqueando al más valiente,  no creo que haya otra frase mejor para describirla que la que anotó Allen:

(Ella) “(…) que quiere lo que quiere, cuando lo quiere”.

La convivencia no fue para nada pacífica y terminaron apartados; sin embargo, él guarda un recuerdo, no sé si cariñoso, pero al menos, no se le nota rencor de ningún tipo. Aceptó que la vida—y las mujeres que pasaron por su existencia—fueron así.

Pese a las críticas negativas que hubo sobre esta autobiografía, creo que trató a sus mujeres  con ecuanimidad. Tuvieron sus momentos felices, y muchos de terribles peleas que impidieron la convivencia amable, pero cada una dejó una estela de memorias.

 


 

viernes, 17 de julio de 2020

De orgasmos femeninos

El éxtasis de Santa Teresa Bernini-foto tomada de Internet- 
A muy temprana edad, me desayuné sobre el particular porque  mi madre era partera y recibía—y yo leía sin ninguna prohibición— unas revistas que se llamaban SEXOLOGÍA. No traían dibujos como los aterradores libros de medicina donde veía enfermedades venéreas de distinto calibre, ni nada por el estilo, porque  más que nada eran didácticas. Así supe  para qué servía cada cosa. Por lo tanto, nunca fui sorprendida en mi buena fe, ni ningún médico me recetó ninguna pomadita para frotarme donde podía—sin lugar a dudas— experimentar placer. 

En esas revistas, se explicaban los distintos tipos de orgasmos que podía tener una mujer. En fin.  En mis primeros escarceos sexuales, lo  más exótico fue intentar  el  sexo tántrico —más por novelería que por otra cosa— con un hermoso caballero árabe, que me gustaba montones, con un cuerpo esbelto,  musculoso y duro por todos lados,  pero, quizás porque no estaba preparada,   no  tuve orgasmo vaginal, con gran disgusto del bombón cuya hombría se vio perturbada por una flaquita perchenta que le decía que sí, que él le gustaba a rabiar, pero que  no  y no y  que nada de nada.   
El placer lo descubrí hace añares, con un paciente novio. Y no fue por penetración, sino por franeleo—como comúnmente se decía—. Y fue tan placentero que no intenté nunca nada más porque el susodicho me dejaba totalmente saciada y con las mejillas sonrosadas de satisfacción.
Todo este prolegómeno para decir que me tienen pasmadísima unas series de televisión de los últimos tiempos,  con escenas eróticas, donde las jóvenes apenas son acariciadas, empiezan a gemir—enseguida— como si estuvieran en el séptimo cielo. Me dejan completamente estupefacta. Perpleja. No sé cómo logran esa rapidez  meteórica.La verdad. 

Sé, — por cuentos—que muchas fingen para dejar contentas a sus parejas. Es una manera  de transar. Es como masturbarlo para sacarle la ansiedad. Sin embargo, el orgasmo femenino requiere una ardiente paciencia de ambas partes. Él no puede distraerse por nada del mundo. Ella,  necesita que el tipo le guste a rabiar y que le preste toda la atención concentrada.  Nada ni nadie puede ser más importante en esos momentos.
En el arte se pueden encontrar ejemplos escultóricos que fueron cuestionados en su tiempo. Por ejemplo: “El éxtasis de Santa Teresa”, de Bernini. La actitud de la santa se confundió con una expresión orgásmica—yo creo que el éxtasis profundo debe ser algo por el estilo— Pero Bernini se defendió con un fragmento descriptivo  de la autobiografía de la santa:

Una vez un ángel hermoso se me apareció sin medida. Vi en su mano una larga lanza con fuego sobre el punto. Pareció golpear mi corazón un par de veces. El dolor era tan real que gemí. Pero ninguna alegría terrenal puede dar tanta satisfacción. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni contenta el alma con menos que Dios.”

Al que le sirva el sayo que se lo ponga. ¿No?


En películas, hubo hace unos cuantos años, una que recreaba una situación de fingimiento femenino. Se llama
“Cuando Harry conoció a Sally”.
Hubo países donde no se pudo exhibir sin cortes  porque—pese a los avances— seguimos siendo pacatos.
Les pongo el enlace para que lo pinchen y vuelvan a verla.  A mí me sigue divirtiendo la cara de papanatas de él. Y la expresión de la señora de enfrente: "I'll have what she 's having". 




lunes, 6 de julio de 2020

A PROPÓSITO DE TODO: WOODY

Para leer y comentar 

Sé que los tengo hartos con tanta queja por el confinamiento, la vuelta—irregular— a los mandados y demás, así que voy a cambiar de tema.
También saben que tengo tendencia a usar la primera persona como si todo lo que dijera, fuera “autobiográfico”—en realidad, como todo lo que se dice de sí mismo pasa por el tamiz más subjetivo, es probable que lo que aparece como personal no lo sea tanto—en fin; de todas maneras, esta vez, aunque cambié de tema, sigo siendo “auto -referencial”—para emplear una palabra de moda, porque me compete.
Para nadie es un misterio el hecho de que soy una fanática absoluta de Woody Allen: me vi todas sus películas—al menos las que llegaron por estas tierras— y he estado al tanto de todos los dimes y diretes sobre su persona, sus mujeres, sus avatares, sus manías, y sus dichos. Siempre me ha parecido (y me lo sigue pareciendo) un tipo sumamente gracioso, pero, con una ironía manifiesta que deja a todos sus chistes como en una falsa escuadra (que es lo que produce la risa). Es absolutamente capaz de reírse de sí mismo, de su parentela judía, de las relaciones humanas (cada vez más complejas) y de bromear sobre temas muy serios con los cuales nadie se atrevió de la manera en que lo hace él: la fecundidad y la muerte, por ejemplo.
Por eso, en este confinamiento, me atreví a comprarme por internet, su autobiografía: A propósito de nada. Tenía la certeza de que no me iba a defraudar. Quizás—como en todo lo auto-referencial—no estuviera todo Woody, pero sí, bastante de él, como para colorear lo que  me faltaba saber.
 Adquirí la versión en español. Muy castizo por cierto. Hay que sortear todos los “chavales”, los “hacer novillos” y cosas por el estilo, pero, después—siempre—aparece Woody con su característico humor. Desde todo punto de vista.
 No sé si Woody me habría propuesto matrimonio, tampoco sé  si hubiera aceptado casarme con él—como Soon-Yi—, pero sí sé que me habría encantado tener largas charlas sobre gustos y disgustos. En inglés, porque según tengo entendido aunque estudió español  en el liceo, nunca despegó como para charlar brevemente.
Coincidencias
 Tengo muchas.  Es como si hubiera sido mi hermano mayor, —  ese, al cual siempre imité; el  que me contagió todas sus rarezas—. Van algunas notorias:
No es sociable. (Ni que hablar que yo tampoco.)
 No dice que sí si piensa que no.  A él (y por supuesto a mí) nos  ha costado más de alguna amistad —pero estoy convencida de que son  de esas que más vale la pena perder que encontrar—.
No le gusta compartir el baño. ¡No! ¡Por Dios! La gente que viene a mi casa es siempre de confianza, parientes o amistades de muchos años. Hombres o mujeres; me da igual. Si se quedan a dormir, al principio, los instruyo sobre mis rarezas —todos las tenemos—. Por ejemplo: no uso la madera del inodoro; y me gusta que se deje así, tal cual yo la dejo. Si hizo popó, lo mejor que puede hacer es prender el ventilador y echar desodorante de ambiente (siempre tengo más de uno). Si usó el bidé es de esperar que lo enjuague y lo deje intacto. Sobre la mano derecha siempre está el limpiador con amonio cuaternario. No está para adorno, sino para ser usado.  De todas maneras,  no me gusta compartirlo. Hubiera preferido tener un baño para visitas y no compartir el de uso personal. Esa es la verdad.
Afinidad en los gustos musicales. Busqué las canciones que no conocía con el convencimiento de que me iban a gustar a rabiar. Y sí. Hasta en eso. Sí. Completamente sí.
Les dejo uno de los temas que descubrí. Vale la pena.





Es Albert Burbank tocando: "Burgundy Street Blues".
Una joyita. ¿No les parece?
En otra entrega les comentaré de "Amores y desamores".

lunes, 22 de junio de 2020

EL MUNDO EMBARBIJADO



En el mundo embarbijado todo es descartable



Estamos en un mundo nuevo. No cabe ningún tipo de duda. Fui otra vez al Shopping y, después de tres meses de confinamiento, volví a tomar un cortado en Mc Donald. Son detalles que formaban parte de mi mundo anterior en el cual había hecho un orden con rutinas cotidianas: mi clase de Taichí, pasadita por el Shopping; desayuno en Mc Donald. Todo eso, fue trastocado por lo que se dio en llamar “la nueva realidad”. En Mc Donald, el cafecito, fue servido en un vaso descartable con cucharita ídem. Y las medialunas en una cajita-también descartable- No pregunté si aún venden los deliciosos tostados del pasado o, si en base a las nuevas disposiciones de higiene, también dejaron de existir.
Escuché relatos sobre los cambios más inverosímiles, como que hay que tener sexo con barbijo. Supongo, (alevosamente) que habrá que incorporarlo como un entretenimiento morboso a los juegos eróticos.


Hubo comentarios de esa índole del argentino Lanata que no se anda con chiquitas. No estamos muy lejos del mundo de mi abuela de crianza que me contaba insólitos relatos de su vida de recién casada cuando yo apenas salía del cascarón. Y si bien no los consideraba fantasía -porque me los contaba ella-, me resultaban increíbles. Sin embargo, hoy, mirando por la ventana del Mc Donald Café, ese mundo embarbijado  y desconocido (porque aunqu
e se conozca a alguna persona es muy difícil distinguirla con tapabocas) supe que lo que me  contaba la nona Lucía hoy forma parte de este  nuevo mundo que no hubiera sido ni remotamente posible,  tres meses atrás.
A la salida, una embarbijada me gritó: “¡Adiós, Alfa!” 

  No dudé que el saludo era para mí- conozco apenas un par de personas con mi mismo nombre, no se podía tratar de otra- pero no reconocí a  la extraña  enmascarada en cuestión. Ahora me pasa a menudo. No siempre reconozco a las personas con tapabocas. En este insólito mundo embarbijado, nos comunicamos con otros protocolos diferentes. Mucho gel en las manos, mucho tomar la temperatura, nada de tocarse ni besarse ni abrazarse. Nada de nada. Parece que la peste nos quitó toda la afectividad. Recuerdo haber ido a la carnicería del Disco, y esperar, con toda paciencia, que las recién llegadas terminaran con el besuqueo de los buenos días. Eso cambió radicalmente. No hay más besos, ni abrazos. Apenas algún codito, tímido, que se insinúa como un rasgo afectivo.
No sé cómo continuará esta nueva entrada a la ficción, que no fue imaginada por nadie.
Hace unos días me preguntaban qué es lo que más extraño. Y contesté la verdad: la naturalidad con que se prodigaban los abrazos. En este mundo embarbijado, para sobrevivir tendremos que adoptar otras reglas de convivencia.
Algunas cosas persisten, se  niegan a desaparecer, la señora que venía todos los días con un banquito a pedir a la puerta del Shopping, sigue estando en el mismo lugar, y sin barbijo.

La veterana permanece. Y sin barbijo

domingo, 14 de junio de 2020

ASQUEROSAMENTE SEDUCTOR

Eric Bana y Connie Britton (Protagonistas de "Dirty John"-Imagen tomada de internet-)



No es la primera vez que escribo sobre este tema, (http://cosasdeviejucin.blogspot.com/2016/05/seduccion.html)  quizás porque conocí – tanto en la ficción como en la realidad- a más   de un seductor hijo de puta. Obvio. La mayoría lo son.
 Tienen características inconfundibles: son atractivos desde la punta de los pies hasta los pelos de la cabeza, habitualmente son más jóvenes que las mujeres que pretenden; muy pagados de sí mismos; fingen ser profesionales (aunque no tenga ni libreta de conducir). Son encantadores, fascinantes, amables. Difícilmente intentan forzar una situación, porque esperan a que el fruto esté  apetecible, maduro, a punto para hincarle el diente.
Eximios estafadores. Inventan historias para apartar todos los obstáculos que se les interpongan, y fingen emociones que están muy lejos de sentir.
Geniales mentirosos patológicos; nada ni nadie  se les puede resistir. Abonan el terreno de modo magistral: saben mimar, acariciar, besar. Poco a poco,  comienzan a adueñarse de las posesiones económicas de la mujer, con total impunidad. La consigna es: “Lo tuyo es mío, lo mío es tuyo” (pero, él  no tiene nada de él; así que la que pierde es la incauta que le deja posesiones carísimas en su poder).
Engatusadores natos: complacientes siempre. Saben preparar desayunos, tragos, cocinar, halagar. Tienen historias conmovedoras siempre listas para contar. Aparecen siempre como casualmente, en momentos apropiados, vestidos según lo que necesitan para cumplir con sus propósitos. Y también –fortuitamente- proponen  casamiento a una mujer (generalmente veterana, de buen pasar) que ha caído embelesada por sus encantos.

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La historia verdadera ocurrió entre John Meehan y

 Debra Newell. Obviamente, que el entorno favoreció 

la relación. Debra, divorciada cuatro veces; intentaba

 dejar su soledad recurriendo a  sitios de citas. De

 ahí, van surgiendo los diferentes pretendientes sin 

mayor pena ni gloria. Ninguno la satisface como 

para entablar una relación más estrecha. De pronto 

aparece John. De atractiva figura, buen conversador, 


sabe guiar hábilmente la charla. Y, muy importante, 


la hace reír. En la primera salida, no concreta sus 

propósitos y parecería que no se va a dar lo que 

pretende. Sin embargo, logra encarrillar la situación 

continuar con su conquista. Quizás pueda

considerarse que el argumento tiene muchas 

vueltas, de todos modos, creo que se puede ver y 

pensar qué cosas pueden ocurrir en esos sitios 

donde las personas no se conocen de una manera 

clásica y nunca se sabe a ciencia cierta quién es 

quién. Está en Netflix. Prueben a verla.

 Después me cuentan.

  “VIEJO BARRIO QUE TE VAS ”   Desde que vivo en Punta Carretas, el barrio se fue transformando en forma lamentable. Hay construccione...