lunes, 2 de diciembre de 2013

¡"CÓMO SE PIANTA LA VIDA"!

Antes de "soplar" la velita 
No sé  si es un número apropiado para la quiniela. Para el Cinco de Oro, no lo es, ya que el máximo que lleva es el 44. Lo que sí sé es que el número de años que cumplí  indica  una considerable edad. A medida que transcurren los años, la balanza se va inclinando  hacia  el uso de la palabrota que se endilga en las crónicas policiales cuando una ancianita es  asaltada en la calle por algún delincuente:
“Septuagenaria  resultó con múltiples heridas cuando….”
También “sexagenaria” es otra palabrota, pero  permite juguetear  con el significado por ese comienzo que tiene de “sexa”. (Piensen lo que quieran nomás.) Incluso se ha retozado  convirtiéndola en “sexalente” -bautizando así a las personas que, atravesando los sesenta  no abandonan la cancha, ni el ruedo y siguen haciendo de todo, y con un poco de maña,  hasta son capaces de conseguirse un “peor-es-nada”- (Fíjense ustedes qué  “detalle” tan sutil.)
Yo fui vadeando las décadas imperceptiblemente, aceptando años, kilos  y demás implementos adyacentes.  Hasta la mitad de la sesentena-palabra que la RAE no registra aunque sí tiene “sesentón” y “sesentona”-   tuve a mi compañero de ruta siempre amorosamente atento a mi lado. Ahora ya no. Cada década me fue trayendo nuevos desafíos, nuevas vallas que saltar, nuevos horizontes para descubrir. Esta me deparó la mayor de las congojas y  un agudo sinsabor inesperado. Un puñal en pleno pecho. Igual me  esfuerzo por seguir en la cancha. Algunos días con más presencia de ánimo que otros. Hay parientes y  amistades más o menos colindantes que apuntalan cuando algo se va a caer.
Con las más cercanas nos conocemos desde la  juventud aunque a veces  sus  conductas me parezcan un tanto desconcertantes. Por ejemplo, pirulos más pirulos menos, rondábamos una edad similar, pero algunas, -no todas, vale aclararlo- parapetadas con  una buena situación económica, decidieron  “parar” el transcurso del tiempo. Lo primero que hicieron fue mentir sobre el año de nacimiento. En facebook, si bien el día  y el mes coinciden, el año se ha corrido absolutamente “para adelante”. Ninguna ni remotamente dice haber nacido en las décadas del 40 o 50 del siglo pasado, y, por ese “detalle”, ahora, resultan mucho más “jóvenes” que yo.  A eso se suma que  dos por tres se  someten a exhaustivos tratamientos  y están más horas en la clínica de rejuvenecimiento, que en la casa.  Usan los cabellos largos –a la moda de hace treinta años atrás, como el  personaje de Antonio Gasalla: Soledad Dolores Solari-; se han “planchado” las arrugas faciales; se “achinaron” los ojos con los estiramientos y las bocas, - antes pequeñas- han tomado un relieve descomunal. Y, por supuesto, se  han hecho lipos, se han operado las várices o se han quemado las varículas, se han quitado costillas para reducir el abdomen y se han  colocado prótesis mamarias. Las excusas son de todo tipo: “Eran muy chicas, eran muy grandes, estaban muy caídas”. “Ernesto ya  ni me toca, es más joven que yo, tengo que estar impecable”.  Las explicaciones son dignas de  mutantes   de ciencia ficción. A  ninguna se le ocurrió pensar que si el marido, el amigovio, o el amante joven de turno “no las toca más”, es porque ellas dejaron de usar el antiquísimo arte de la seducción y sus  múltiples facetas. De nada sirven  las tetas de silicona si no se mima con verdadera unción,  al bombón de sus desvelos al que hay que hacerlo sentir sí o sí como un príncipe o como un jeque árabe.  Tampoco se les ha ocurrido emplear la “seducción estomacal” -que propiciaba mi nona Lucía-, porque decididamente, no saben cocinar y de esa manera ignoran un arte que puede ser tan fascinante como el tantra.
No pongo en duda de que hay  “caballeros que las prefieren flacas”. Pero también están-por suerte- los que  las prefieren “a la antigua usanza”-como sostiene Arturo Pérez Reverte en uno de sus artículos: “Mujeres como las de antes”. Ahí está el susodicho, con su amigo Javier Marías, que “mira con su radar de adquisición de objetivos haciendo bip-bip- bip”. Primero contemplan a una   “torda espectacular” pero “ordinaria” –aunque no lo sepa- como dice uno de ellos,  y luego a una “marmota dominguera” que  tiene buen porte pero no colma las expectativas de ambos mirones. ¿Cuál es el defecto de la joven? Carece de elegancia. No sabe andar sobre tacones. ¿Qué tipo de mujer  prefieren estos “chavales a la antigua”? Las del tipo de  Sophia Loren- que tenía lo suyo bien  redondito  por todos lados- impecablemente vestidas, con sus tacos aguja, y “medias con costura” dice Javier Marías, -y yo lo adivino cayéndosele la baba- (¿Ven por qué digo que a estas amigas que se hicieron de todo para retener a sus galanes se olvidaron-nada  más y nada menos- que  de usar el antiquísimo arte de la seducción? ¡Medias  de nylon “con raya atrás”!- recuerdo que  mi madre las usaba porque decía que “afinaban las piernas”.) Yo les cuento aquí-confidencialmente-  que a mí me parece que a Ernestito-el joven  amigovio de mi flaquísima  y siliconada amiga-,  le gustan más bien las rellenas,  a juzgar por  el brillo de los ojitos cuando le  mira el redondo trasero  a la entrenadora de hidrogimnasia  enfundado en una calza justísima y translúcida que deja adivinar TODO.
Indudablemente soy partidaria de recuperar “lo salvaje” o “lo primitivo” y aceptarnos tal como vamos siendo- posible influencia de un libro que estoy leyendo-. Se llama “Mujeres que corren con los lobos” de la doctora Clarissa Pinkola Estés, psicoanalista de la línea jungiana, guardiana y trasmisora de antiguos relatos de la tradición latinoamericana. Esta especialista sostiene-como muchos  de su mismo criterio- que no hay por qué avergonzarse de los cambios que se van dando naturalmente en nuestro cuerpo, porque son “la marca de fábrica” de nuestros antepasados. Genéticamente estamos conformadas de tal o cual manera con tales o cuales formas, por eso, sea como sea, -o vaya siendo- lo más aconsejable es  disfrutar al  máximo de lo que nos proporciona este “envase” multisensorial que nos contiene y nos comunica con el interior y  el exterior. Así lo manifiesta  con poéticas expresiones:
“El cuerpo es un ser multilingüe. Habla a través de su color y temperatura, el ardor del reconocimiento, el resplandor del amor, la ceniza del dolor, el calor de la excitación, la frialdad de la desconfianza. Habla a través de su diminuta y constante danza, a veces balanceándose, otras moviéndose con nerviosismo y otras con temblores. Habla a través de los vuelcos del corazón, el desánimo, el abismo central y el renacimiento de la esperanza.
El cuerpo recuerda, los huesos recuerdan, las articulaciones recuerdan y hasta el dedo meñique recuerda. El recuerdo se aloja en las imágenes y en las sensaciones de las células. Como ocurre con una esponja empapada en agua, donde quiera que la carne se comprima, se estruje e incluso se roce ligeramente, el recuerdo puede surgir como un manantial.
Reducir la belleza y el valor del cuerpo a cualquier cosa que sea inferior a esta magnificencia es obligar al cuerpo a vivir sin el espíritu, la forma y la exultación que le corresponden. Ser considerado feo o inaceptable por el hecho de que la propia belleza esté al margen de la moda hiere profundamente el júbilo natural que es propio de la naturaleza salvaje.”
(…) “En los cuerpos no hay ningún “tiene que ser”. Lo importante no es el tamaño, la forma o los años y ni siquiera el hecho de tener un par de cada cosa, pues algunos no lo tienen. Lo importante desde el punto de vista salvaje es si el cuerpo siente, si tiene buena conexión con el placer, con el corazón, con el alma, con lo salvaje. ¿Es feliz y está alegre? ¿Puede moverse a su manera, bailar, menearse, oscilar, empujar? Es lo único que importa. “*


Un libro con sabios consejos para tener en cuenta a toda edad 

 Por lo tanto, además de  tener en cuenta que la  seducción es un arte que-sin importar la edad o las medidas del cuerpo- hay que aprender  a  ejercer y desarrollar durante toda la vida, también debemos  aprender a aceptar los cambios que se van gestando con la edad.

La vida  se “pianta”-como dice el tango-. Y no hay forma de volver atrás. Tomemos-sí, por supuesto-  buenos recaudos sin caer en la ridiculez.
La genial Maitena nos regocija con su  humor sarcástico 

 Mentir sobre la edad  es inútil.
Nadie te plancha las arrugas del alma, que es la que te va haciendo los pliegues que lucís cuando vas envejeciendo.  Marcan las  tristezas, pero  también al sonreír, destacan los momentos felices. Mientras no sean espantosamente “para abajo”-como las que hay en las caras de las amargadas- dejalas que se queden contigo. Animate a convertirlas  en tu sello de distinción.
Usar el pelo a la moda “retro”-(Soledad Dolores Solari)  o sea largo, entero, teñido de un horroroso color  negro-asesino, o rojo-fuego o rubio- furioso, -como lo llevan muchos vejestorios pensando que así lucen más juveniles-, tampoco me parece adecuado. Es mejor recurrir a un  corte de pelo moderno, con unas mechas que “superen” tus naturales tonos grises. Sin duda se   notará.  Eso sí: tendrás que  tener coraje para bancar las malas vibras.

¡Así no! ¡Por favor, "chiquilinas"! 


Las siliconas no me gustan. Ahí andan las baratas reventándose en el cuerpo  de las desgraciadas que se las ponen.
No está  tampoco en mi “repertorio” el uso de ropa inadecuada con tacones siderales. Soy naturalmente alta y, por ahora, me contoneo sin dificultades con las chatitas de paseo. No quiero parecer “una marmota dominguera” (les dejo el enlace con el artículo de Pérez Reverte para que lo lean.)
La vida se “pianta”  y los años “rezongan”, con siliconas o sin ellas. Lo encantador es vivir cada etapa  en su justa proporción y seguir aprendiendo nuevas técnicas de seducción-las hay, les aseguro que las hay; múltiples y divertidísimas-  aún con muchísimos años y arrugas a cuestas.
¿No les parece?  


Enlace para que lean el artículo de Pérez Reverte:”Mujeres como  las de antes:


*“Mujeres que corren con los lobos”. Pinkola Estés, Clarissa. Ediciones B, S.A. 2009 para el sello B de Bolsillo páginas 280/281/298

6 comentarios:

  1. Excelente Alfa!!!! lo lei por la mitad, después sigo. Todo tal cual y bien fundamentado. Yo justo me "estoy haciendo la cabeza" hace tiempo hacia la década nueva que en pocos años podré alcanzar (si no me olvido de respirar en algún descuido) y eso de SEXA ya me levantó el ánimo. Capaz que se me da en la vida vivir lo que nunca he experimentado con tanta buena onda y además soltura jajajaja. A ver si esta vez me sale bien y como voy anónima te diré que soy quien almorzó una manzana el dia de los ñoquis

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Me alegra mucho que te haya gustado mi artículo. De vez en cuando hace bien "tirar la chancleta", así que si algún día en lugar de la manzanita te comés una porción de la Ramón Navarro, vas a experimentar - a "full"- la felicidad de "lo prohibido". Estás en línea. Llegarás a la otra década en forma radiante. Gracias y cariños

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  4. Alfa !!! Y las de cincuenta y pico, acercando a las seis décadas, nos sentimos así, chapoteando entre la juventud que se va, los achaques lógicos, cuando no es las piernas, son los dientes y si no la columna. que vamos a hacer ? Pero aquí la llevamos, por suerte con la cabeza todavía en su lugar, haciendo cosas que nos gustan y tratando de pasar lo mejor posible. Pero, si.... la vida se pianta, y que rápido !!!!!

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    1. ¡Laura! ¡ A los 50 y pico nunca se me ocurrió cuestionarme el paso del tiempo! ¡Ahora quizás sí, pero un poco nomás! ¡Hay que buscarle la vuelta, "mientras el cuerpo aguante" - se decía en el campo- ! Cariños y gracias por tus palabras.

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  5. lo terminé de leer. Brillante. Se lo envié desde tu blog a 2 amigas y espero que lo hayan recibido bien porque valdrá la pena que ellas también lo disfruten.

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